Estos dos días han sido muy satisfactorios a la vez de preocupantes. Hemos hecho el primer ensayo general de nuestra función y ha sido un éxito total, tanto que el profesorado al ver mi dominio con la música, me ha pedido si yo podría encargarme de la suya para sus funciones.
Las clases de lengua castellana y matemáticas han sido normalitas porque los niños tienen que terminar sus deberes antes de navidad.
Las clases de música han tenido cosas buenas y otras malas. Las buenas han sido que he aprendido a seguir un dictado musical e inventarme uno propio para practicar en clase. Hemos utilizado unas claves para hacer nuestras propias composiciones y la verdad que han sido todas muy originales.
Las malas han sido varias. Me he dado cuenta de la importancia de tener una clase bien planificada ya que un mínimo despiste o laguna desencadena que la clase se alborote y perdamos el control. Nos ha ocurrido esto mismo esta tarde porque no teníamos planeada ninguna sesión para ese día para los de 1º y ha sido algo caótico porque los niños han empezado a despistarse y a perder el hilo de la clase. Afortunadamente he reaccionado a tiempo y he utilizado una plataforma digital que les ha tenido bastante atentos reconduciendo de nuevo la clase, tanto que incluso he conseguido que un niño con deficiencias sonoras que tenemos en esa clase consiguiera realizar la actividad que le correspondia correctamente. No obstante, dentro de nuestro pequeño descontrol, tenemos un niño hiperactivo que ha conseguido que me agobiara bastante. Él no se opone a aprovechar cualquier momento de despiste para llamar la atención y hacer tonterias, generando que los demás dejen de atender y convirtiéndose la hora de música en una pelea continua. La verdad que me siento bastante impotente frente a esto porque a pesar de que consigo no perder los nervios, me agota bastante el tener que estar detrás de ese niño y a la vez dar mi clase. Al principio tomé la norma de decir a los niños que no le hicieran caso hasta que dejara de portarse mal, pero contra menos le hacian caso, más dificil se ponía él, por lo tanto llega un momento que ya tiras la toalla.
En otro grupo tenemos un caso diferente. En los grupos de 6º noto un cierto ambiente de maldad y de poco compañerismo. Veo que se meten unos con otros, pero no jugando, sino con malicia, que no consienten que los miren y que aprovechan cualquier movimiento de sus compañeros para "chivarse" y que reciban su castigo o una llamada de atención.
Me entristece esa actitud porque por más que les corrija, a ellos no les importa ya que su actitud está muy asentada. Me preocupa que el año que viene en el instituto, empiecen a surgir conflictos más serios como peleas, acoso escolar, intimidaciones, etc. Pienso que no ha habido una actuación previa cuando ya se veían indicios cuando eran pequeños y ahora es tarde para arreglarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario